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Oliver Jeffers o el niño que maduró bien

El famoso ilustrador visitó Chile

Oliver Jeffers o el niño que maduró bien

Publicado el 10/12/2010
Es un peque grande, de esos que saben lo necesario, pero no olvidan lo imprescindible. Que suman años pero no gravedad. Trabajador serio que se divierte y divierte. Y emociona. Y deja pensando. Es Oliver Jeffers, que vino a Chile y visitó la Biblioteca de Santiago y la Biblioteca Pública Municipal de Quinta Normal, acompañado de sus amigos imaginarios. Tan imaginarios que llegan a ser reales.

El último día de Oliver Jeffers en Santiago de Chile será, con creces, el que el escritor mejor recuerde. A partir del domingo 28 de diciembre firmó libros en las librerías Antártica, Ulises y del Fondo Gonzalo Rojas. Dictó charlas magistrales en el Edificio Fundación Telefónica y la Universidad Diego Portales, e inauguró una muestra con sus ilustraciones en la espléndida Galería Plop!. Todo gracias al gentil auspicio del Fondo de Cultura Económica, el Instituto Chileno Británico de Cultura, la Subdirección de Bibliotecas Públicas, de la Dibam, y las ya mencionadas Fundación Telefónica y UDP. Pero sólo el jueves 2 de diciembre pudo reunirse al fin con un público más especializado: los niños. Y ojo, no estamos diciendo que su obra vaya destinada exclusivamente a estos... pero qué duda cabe, son ellos quienes mejor se comunican con el autor.

 

Y esta vez son casi un centenar: expectantes, bulliciosos e inquietos. Llenan el auditorio de la Biblioteca de Santiago. Cómo no; esperan al que en el último tiempo se ha convertido en uno de sus mejores amigos: un hombre de 33 años que con sólo un lápiz y muchas ideas consigue lo que otro, mucho antes, pidió: "dejad que los niños vengan a mí". Y que superen la barrera idiomática y dialoguen con uno de los ilustradores más populares del momento: Oliver Jeffers, el australiano de origen irlandés que tempranamente conquistó al mundo editorial con títulos como El increíble niño come libros, Perdido y encontrado o El corazón en la botella.

 

Por eso, una vez que termina de firmar los libros con los que más tarde agasajará a sus pequeños y más próximos lectores, Oliver no espera un segundo más y corre al auditorio. Heterogéneo escenario el que le aguarda. Chicos de las escuelas Finlandia y Estado de Florida, de la comuna de Pudahuel, otros del Santiago College, de Providencia, e hijos de vecinos del barrio, que acaban de ver la versión cinematográfica de Perdido y encontrado y se hayan más que receptivos a la fraternidad.

 

Jeffers entra a escena y los chicos viven tempranamente la efervescencia que produce estar frente a una especie de rockstar, quizás su primer rockstar... mucho más cercano, pero con un desafío también más complejo: seducir a un público bajo en edad y tamaño, pero muy alto en nivel de exigencia artística. Y Jeffers, que ya supera l